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El Hombre Perfecto (Fiolee) Capitulo 22

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rariana8's avatar
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Se llamaba Ashford M. deWynter. Cada vez que oía pronunciar aquel apellido, creía estar soñando con Marshall. Deseaba ansiosamente preguntar si la M significaba «Marshall», pero le daba miedo averiguarlo. Tal vez él jugara a mantener aquella fantasía, pero siempre iba vestido con un estilo muy europeo, y había quien le había oído hablar con cierto acento británico.
Además de eso era un gilipollas.
Algunas personas lo son por naturaleza; otras se lo ganan a pulso. Ashford deWynter combinaba ambas cosas.
No le ofreció a Fionna que tomara asiento, pero ella se sentó de todos modos, con lo cual recibió un ceño fruncido por su atrevimiento. Sospechaba cuál era el motivo de aquella pequeña conferencia y quería estar cómoda mientras él la machacaba.
—Señorita Bright —comenzó, con una expresión peculiar, como si olfateara algo desagradable.
—Señor deWynter —repuso ella.
Otro ceño fruncido, de lo cual Fionna dedujo que no era su turno de hablar.
—La situación que se vive a la entrada de la empresa se ha vuelto insostenible.
—Estoy de acuerdo. Tal vez, si usted probara con una orden judicial... —Dejó que la sugerencia surtiera efecto, pues sabía que él no poseía autoridad para conseguir dicha orden aunque hubiera razón para ello, lo cual dudaba. La «situación» no estaba poniendo en peligro a nadie, y los reporteros no estaban obstaculizando el paso de los empleados.
El ceño fruncido se transformó en una mirada de furia.
—Su inclinación a hacer chistes no es bien recibida. Sabe muy bien que esta situación es obra de usted. Resulta indecorosa y molesta, y la gente está descontenta.
Por «gente» debía entenderse «sus superiores».
— ¿Por qué es obra mía? —preguntó Fionna en tono manso.
—Esa vulgar Lista que ha escrito...
A lo mejor Leah Street y él habían sido separados al nacer, musitó Fionna para sí.
—La Lista no es mía más que lo es de Clara Dean. Ha sido producto de una colaboración. — ¿Qué le pasaba a todo el mundo para que la hicieran a ella la única responsable de la Lista? Y una vez más, ¿qué era aquella misteriosa «autoridad»? Si gozaba de semejante poder, a lo mejor debía empezar a usarlo más a menudo. Podría hacer que la gente le permitiera pasar primero en las cajas del supermercado, o que su calle fuera la primera en limpiarse tras una nevada.
—Señorita Bright —dijo Ashford deWynter en tono dominante—. Por favor.
Aquello quería decir: por favor, no me tome por idiota. Pero ya era tarde; Fionna ya lo tomaba por idiota.
—Su vena de humor es muy apreciada —añadió—. Es posible que no sea usted la única que ha participado en esto, pero es innegable que ha sido la principal instigadora. Por lo tanto, le corresponde a usted rectificar la situación.
Aunque pudiera quejarse de Dawna ante sus amigas, Fionna no estaba dispuesta a mencionar el nombre de otra persona a deWynter. Éste ya conocía los otros tres nombres. Si decidía creer que la mayor parte de la culpa era de ella, no había nada que pudiera decir para hacerlo cambiar de opinión.
—Está bien —dijo—. A la hora de comer saldré a la entrada y les diré que usted no aprueba toda esta publicidad y que quiere que despejen la propiedad de Hammerstead o de lo contrario ordenará que los detengan.
DeWynter parecía haberse tragado un pez.
—Ah... No me parece la mejor manera de resolver las cosas.
— ¿Qué sugiere usted?
Ahí quedaba eso. El semblante del supervisor quedó totalmente inexpresivo. Fionna ocultó su alivio. Su ego habría quedado hecho trizas si deWynter hubiera sido capaz de pensar una solución factible cuando ella no había sido capaz de sugerir una ni siquiera no factible.
—Ha llamado una persona del programa Buenos días América —prosiguió Fionna—. La mandaré a hacer gárgaras. También se espera que llamen de la revista People, pero simplemente no atenderé la llamada. Toda esa publicidad gratis no puede ser buena para la empresa...
— ¿La televisión? ¿La televisión nacional? —preguntó débilmente deWynter. Estiró el cuello igual que un pavo—. Ah... Sería una oportunidad maravillosa, ¿no?
Fionna se encogió de hombros. No sabía si sería maravillosa o no, pero no se podía negar que era una oportunidad. Por supuesto, acababa de meterse ella misma en una encerrona; publicidad era precisamente lo que no quería. No cabía la menor duda de que tenía un grave defecto de personalidad, ya que no podía soportar permitir que Ashford deWynter se impusiera a ella en nada.
—Tal vez debiera proponer la idea a la autoridad que corresponda —sugirió al tiempo que se levantaba del asiento. Si tenía suerte, alguien de las altas esferas vetaría la idea.
DeWynter se debatía entre la emoción y la renuencia a permitir que ella supiera que tenía que pedir permiso, como si Fionna no supiera exactamente cuál era su puesto y cuánta autoridad conllevaba el mismo. Se encontraba en el término medio de los mandos intermedios, y eso era todo lo que iba a dar de sí.
Nada más regresar a su mesa, Fionna convocó un consejo de guerra. Luna, Clara y T. J. accedieron a reunirse para el almuerzo en el despacho de Clara.
Explicó la situación actual a Gina y pasó el resto de la mañana, con la ayuda de Gina, encajando y esquivando llamadas.

A la hora del almuerzo, las cuatro amigas, fortalecidas con una selección de galletas sin sal y refrescos sin azúcar, se congregaron en el despacho de Clara.
—Yo creo que podemos declarar la situación oficialmente fuera de control — dijo Fionna con pesadumbre, tras lo cual informó a todas acerca de la hermana de Gina y de las llamadas que había recibido aquella mañana de la NBC y de la revista People, tal como había pre-dicho Gina.
Todas volvieron la vista hacia T. J.
T. J. se encogió de hombros.
—No me parece que merezca la pena tratar de apagar el fuego en este momento. Galán está enterado. Anoche no vino a casa.
—Oh, cariño —dijo Clara en tono compasivo alargando una mano para tocar a T. J. en el brazo—. Cuánto lo siento.
T. J. tenía los ojos enrojecidos, como si se hubiera pasado la noche llorando, pero parecía tranquila.
—Yo no lo siento —dijo—. Esto no ha hecho más que sacar las cosas a la luz. O me quiere o no me quiere. Si no me quiere, debe salir de mi vida inmediatamente y dejar ya de hacerme perder el tiempo.
—Vaya —dijo Luna, mirando a T. J. con el asombro dibujado en sus bellos ojos—. Ahí tú, pequeña.
— ¿Y tú? —preguntó Fionna a Clara—. ¿Has tenido algún problema con Brick?
Claqra contestó con una sonrisa irónica, de estar de vuelta de todo:
—Con Brick siempre hay problemas. Digamos simplemente que ha reaccionado al estilo típico de Brick, vociferando y bebiendo cerveza a lo bestia. Cuando salí de casa esta mañana aún estaba durmiendo.
Seguidamente, todas miraron a Luna.
—No he sabido nada de Shamal —dijo ella, y sonrió a Fionna—. Tenías razón en lo de las ofertas para medírsela y los chistes. Yo me estoy limitando a decir a todos que voté por treinta centímetros, pero que ustedes quisieron reducir la cifra. En general, eso los deja fríos.
Cuando dejaron de reír, Clara dijo:
—Muy bien, mi idea de conceder una entrevista no ha funcionado. Qué demonios, ¿qué les parece si dejamos de intentar guardar silencio y nos divertimos un poco con todo esto?
—DeWynter va a proponer a los de arriba la idea de obtener publicidad de alcance nacional gratis —dijo Fionna.
— ¿Y no van a lanzarse a por ella igual que una mujer hambrienta sobre una chocolatina? —se burló T. J.—. Estoy con Clara. Vamos a sacar la lista a la luz y a divertirnos de verdad; ya saben, añadirle unas cuantas cosas, extendernos en discusiones y explicaciones.
Finn y Cake se iban a enfadar, pensó Fionna. Bueno, peor para ellas.
—Qué demonios —dijo.
—Qué demonios —la secundó Luna.
Se miraron unas a otras, sonrieron y Clara sacó lápiz y papel.
—Bien podemos empezar ya mismo a darles una historia que merezca la pena sacar en los medios.
T. J. sacudió la cabeza con gesto melancólico.
—Esto va a atraer a todos los locos del país. ¿Alguna de ustedes recibió anoche llamadas absurdas? Un tipo, creo que era hombre, pero pudo ser una mujer, me dijo susurrando: «¿Cuál de las cuatro eres tú?». Quería saber si yo era la A.
Luna dijo sorprendida:
—Oh, yo también he recibido una llamada de ésas. Y hubo dos que colgaron y que pensé que pudiera tratarse del mismo tipo. Pero tienes razón; por la forma en que susurraba, no se distinguía muy bien si era hombre o mujer.
—Yo tenía cinco llamadas en el contestador de personas que colgaron sin decir nada —comentó Fionna—. Desconecté el teléfono.
—Yo salí—dijo Claar—. Y Brick estrelló el contestador contra la pared, de modo que de momento no recibiré mensajes. Esta tarde compraré uno nuevo de camino a casa.
—Así que probablemente las cuatro hemos recibido llamadas del mismo individuo —dijo Fionna, un tanto inquieta y agradecida por el hecho de tener a un policía de vecino.
T. J. se encogió de hombros y sonrió.
—Es el precio de la fama —dijo.
Bueno.... de esta me salve... no lo guarde en el usb si no en la computadora de papá ¡TE AMO PAPÁ! jejejeje asi que subire capitulo doble porque el sábado no sube si no el MARTES 5 y será capítulo doble, asi que aprovechen :)


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LaraLaHumana's avatar
Jeje vamos a divertirnos con la lista...sospecho mucho de dewynter..#i'mwatchingyou Sebastian Michaelis (Obeys) [V1]